¿Cómo evitar los conflictos de poder con tus hijos? Primera parte
Para empezar, es importante que sepas que los temas de poder siempre van a existir en la vida humana, es parte de nuestra naturaleza. Sin embargo, sí hay muchas cosas que puedes hacer para evitar que se transformen en un conflicto, para ti o para tus hijos.
Estos conflictos son los que comúnmente llamamos “Lucha de Poderes”. Sé que ese término es desagradable, y no es para nada sano ver a tu hijo/a como un oponente.
Por lo mismo escribí este artículo, para que dejemos de iniciar y enganchar con esas posiciones jerárquicas que nos han enseñado que estas “luchas” son normales y que es la forma frecuente de relacionarse son los niños cada vez que se ponen poco razonables u obstinados.
Por eso aquí te comparto varias estrategias para que tú elijas la que más te resuene:
1. Recuerda que su cerebro está aún inmaduro y no sabe regularse:
Mientras que tú tienes la capacidad de controlar impulsos, los niños no la tienen, por eso son más confrontacionales y desafiantes. Cuando algo no les gusta totalmente, lo van a rechazar. No son capaces de analizar la situación y decir “Pucha, mamá, no me gusta esa idea del todo ¿podemos buscar otra opción que nos acomode a los dos?”.
Y es importante que no te confundas con sus hábitos de negociación. Los niños pequeños a veces sí aprenden a negociar, pero no es algo que hagan de forma reflexiva, es sólo una forma que aprendieron de nosotros para extender esa “lucha de poder”.
A medida que crecen, aprender a negociar sanamente, buscando el bienestar común, si les damos la oportunidad.
Como tú tienes el cerebro maduro, entonces te corresponderá:
- Anticipar ciertas situaciones: cuando ya has identificado una situación frecuente que se vuelve una lucha de poder en casa, pues toma medidas físicas para prevenirlas si es posible
- Evitar – cada vez que se pueda- esas luchas de poderes porque son infinitamente desgastantes.
- Cuando está comenzando la “lucha”, recordar que eres tú la única que puede poner un punto final y abrir la puerta mental para sacar a ambos de ese estado.
2. Recuerda que tú y tu hija son un equipo:
No estamos nada acostumbrados a ese concepto porque nos han enseñado a competir mucho en esta sociedad, desde que somos pequeñas, comparando, avergonzando y poniendo notas por desempeño. Y es muy probable que tu sistema familiar, no sólo el escolar y laboral, también haya sido muy jerárquico.
Pero ¿alguna vez en tu vida has tenido un equipo de trabajo o de deporte o de juego que te hiciera feliz? Y si no era un equipo, ¿tuviste algún compañero/a de tareas/trabajo/estudio, que te hiciera sentir esa sensación agradable de trabajo en conjunto bien hecho?
Espero que alguna vez hayas tenido ese privilegio y esa satisfacción, de sentir que este proyecto o este juego resultó mucho mejor porque somos un grupo, porque cada uno puso lo mejor de sí mismo, y supimos trabajar en equipo.
Ese orgullo y esa alegría … ¿puedes sentirla ahora? Permite que esa energía se traslade a tu vínculo con tu hijo también. Siente que están en el mismo bote, aprendiendo a ser mamá y aprendiendo a ser hijo.
3. Evita darle poderes que aún no sabe manejar:
“With great power comes great responsibility” ¿cierto?
Bueno, los niños no están preparados para tener mucho poder, porque simplemente no pueden tener tantas responsabilidades, es abrumador y da inseguridad. Son niños.
A veces confundimos el respeto y el trato respetuoso tratando a los niños más como adultos y dándoles más poderes de los que pueden manejar, y en eso perdemos mucha energía y nos envolvemos en esas peleas de poder.
Entonces, evitemos darles poder en situaciones en que no pueden tenerlo.
Un ejemplo cotidiano: Una niña de 3 años que insiste en usar un marcador permanente para dibujar y eso genera constantes conflictos. ¿Qué hacer?
Primero tocará modificar el ambiente: guarda esos marcadores en un lugar alto o escondido. Eso es PREVENIR.
Si ya lo tomó porque no estaba guardado, entonces resuelve rápidamente. EVITA LA DISCUSIÓN.
En este ejemplo la "pelea" sería algo como esto:
- “Mi amor, me das el marcador?”
- “No!”
- “Pero tienes otro más bonito aquí, mira”
- “No!”
- “Cariño, es que ese es permanente y vas a rayar el sillón”
- “Nooooo”
(Ya sabes cómo sigue y cómo termina, y ya calculas cuánta energía mental te gastas en este intercambio)
En este ejemplo, para el niño es difícil tomar la decisión de devolver o no un marcador con el que sí QUIERE dibujar pero no DEBE. Es demasiada responsabilidad para un niño pequeño.
Para evitar esa discusión, en lugar de pedírselo por favor y esperar que te lo pase, lo tomas con respeto y en calma, sin dar pie a una pelea de poderes. Mientras lo estás tomando dices algo como “Oh mi amor, tienes el marcador, voy a tomarlo ahora y guardarlo. Me equivoqué al dejarlo ahí.” Luego puedes ofrecer otros marcadores o cualquier otra actividad.
Quizás uno de 6 años ya podrá manejar mejor esta situación, y a esa edad puedes pedir el marcador y esperar que te lo entregue. Todos los niños son distintos.
Te recomiendo estar atenta e ir revisando qué decisiones sí pueden tomar tus hijos a medida que crecen. Así evitas el estrés y el gasto de energía que significan estas discusiones para ti y para ellos.
4. Mantén una actitud de líder:
¿Recuerdas el equipo del que hablé en el punto 2?
Bueno, en ese equipo muchas veces será tu hijo quien lidere: como cuando te enseña a reír y jugar, cuando te invita a correr una vuelta más a la plaza, cuando te enseña una nueva canción, o te explica de qué se trata este cuento que está leyendo. Si no estás dejando que sea el líder en las cosas en que sí puede liderar, es hora de comenzar.
Pero cuando hablamos de situaciones que normalmente dan pie a peleas de poder, entonces la líder debes ser tú. Y esta actitud debe ser decidida, clara, confiada. Porque en cuanto tienes dudas, ups, tu hijo siente esa energía de inseguridad.
Tienes que tener confianza en tus decisiones, y emitirlas con confianza también. Porque si te cuesta tomar una decisión, o mantener un límite, si te pones ansiosa, entonces tu hijo lo detectará y empezará a tratar de mover el límite.
Esta falta de decisión en las mamás, sobre todo las mamás sensibles, es muy frecuente. Porque nos gusta reflexionar y tomar “buenas” decisiones, que sean justas, que no sean muy estrictas pero tampoco full permisivas, y así.
Lo conversábamos hace un tiempo con una paciente y mi recomendación era:
- “Cuando tu hija te pide tomar vino, le dices que no con decisión y seguridad cierto?”
- “Sí”
- “Bueno, esa misma actitud necesitas tener para poner otros límites. Conecta con la confianza de que estás tomando la mejor decisión para ella.”
Ojo, que no se trata de ponerse rígida y tener miles de reglas. Pero recuerda que los niños pequeños están constantemente pidiendo cosas, no te dan mucho tiempo para reflexionar. Y es agotador ajustar tus límites y tomar decisiones 500 veces al día.
Entonces, debes cuidar también tu mente y tu energía. Sobre todo cuando estés cansada o en épocas de estrés y crisis, es mejor decir que no de forma decidida desde un principio, y luego si cambias de opinión puedes decir “Me equivoqué, lo pensé bien y sí puedes comer ese chocolate antes de la cena después de todo”.
La flexibilidad no te quitará liderazgo y le enseñará a tu hija que todos podemos reflexionar y cambiar de opinión.
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