Cuatro pasos para comunicarte DE VERDAD con tus hijos
“Mi hijo no me cuenta nada”
Esta es una frase que he escuchado muchas veces en las mamás que, preocupadas, dicen que no se enteran nada del día a día de sus hijos. ¡Y es una preocupación muy válida!
Creo que pocas cosas dan más inseguridad que no saber en qué están tus hijos. Los mandas el mundo cada mañana y luego no tienes forma de saber cómo los está tratando ese mundo, excepto por lo que ellos te cuentan al volver.
Es ahí donde surgen dudas y miedos como:
¿Y si le hablan de algún tema complicado y no me pregunta dudas?
¿Y si está en problemas y no pide ayuda?
¿Y si le hacen bullying y yo no me doy cuenta?
Según el relato de las mamás que tienen este problema, y de mi propia experiencia también en algunas ocasiones, las conversaciones mamá-hijo van más o menos así:
- ¿Cómo te fue en el colegio? Bien
- ¿Qué hiciste hoy? Nada
- ¿Cómo te sientes? Bien
- ¿Quieres que hablemos del tema? No
Si este es tu caso, no te preocupes que ¡es normal! Ocurre con los niños pequeños, con los adolescentes, con los hijos adultos, en cada etapa. Esto es transversal. Y, por suerte, hay varias cosas que puedes hacer para modificar esta situación sin importar la etapa en la que estés.
Primer paso: Aceptar que la comunicación verdadera es compleja y dejar de buscar culpables
Primero, te invito a aceptar que es algo normal y frecuente que tu hijo no te hable. Los niños tienen códigos distintos de comunicación que los adultos, la información que ellos consideran importante no es la misma que a nosotras nos importa. Su mente funciona muy diferente a la nuestra. Si hay diferencias de comunicación entre los mismos adultos … imagínate el abismo de distancia que tenemos con los niños!
También hay factores que tienen que ver con la personalidad, el temperamento, y en otros casos con las costumbres y personalidades de los padres, con el entorno social o la dinámica familiar.
Entonces:
- No es un defecto que tiene tu hij@
- No es algo que tu hij@ haga a propósito
- No es algo que tú has hecho mal en su educación
- No es indicador de una mala relación entre ustedes
Que tu hijo/a no se comunique fluidamente contigo cada vez que tú quieres, no es algo que debas criticarle o criticarte a ti misma. No es tampoco señal de una mala relación o un vínculo débil. Es natural. Es frecuente. Y aún así puedes hacer algo al respecto.
Pero que sea normal no significa que tengamos que dormirnos en los laureles, ya sabes, usar esto del “mal de muchos…” para no hacer nada al respecto. Porque a veces las mamás caen en esto: Mi hij@ no me habla, pero Juanita me dijo que su hij@ tampoco le habla, así que bueno, es cosa de la edad, no voy a insistir.
Aunque hay etapas que son más difíciles, y personalidades menos comunicativas, no vamos a asumir que esa falta de comunicación entre tu hijo/a y tú va a ser una regla por el resto de la vida, porque ya sabemos que nuestros hijos son mitad naturaleza y mitad crianza.
Saber que es frecuente y que le pasa a otras mamás, te va a servir para no culparte a ti ni a tu hij@. Pero a partir de este entendimiento, tú puedes querer mover la relación y la comunicación en una dirección más sana para amb@s. Y eso es muy sensato y válido.
Va a requerir energía de tu parte, y atención, claro que sí. Por eso a veces nos quedamos con el “mal de muchos”. Pero yo soy firme creyente de que es una inversión que vale muchísimo la pena, y mientras antes lo hagas, más fácil te va a resultar.
Mientras más pequeños sean tus hijos, más fácil será moldear sus hábitos de comunicación y conseguir esa conexión con ellos que tanto deseas.
¿Y si mi hijo ya es más grande? Las costumbres ya adquiridas son más difíciles de re-entrenar, pero no es imposible. Puede ser un trabajo más lento, pero con paciencia puedes lograrlo si es un cambio que realmente deseas y estás dispuesta a invertir en ello.
Y sobre todo, evita desde ahora ya las frases como:
- "Tú nunca me cuentas nada"
- "Es que ella es muy cerrada y hermética"
- "No sé nada de tu vida"
Todo ese tipo de frases sólo aumentan la conducta, y generan culpa y vergüenza.
Segundo paso: Darle importancia a lo que a el/ella le importa
Vamos a admitirlo: a veces te aburre escuchar a tus hijos. O te cansa. O quieres tener tu mente en otro tema.
Porque muy frecuentemente los chicos sí hablan, y hablan muuuucho…. pero no te dicen lo que tú quieres escuchar o lo que les preguntaste. Te hablan de los juguetes, de las películas, de los amigos, de los superhéroes, de los árboles y los perros. Te cuentan la misma historia una y otra vez, se ríen de algo que no te parece chistoso, se dan vueltas sin llegar a un final. O el clásico y muy temido: BOMBARDEO DE PREGUNTAS!! ¿Y por qué? ¿Pero por qué? Y eso, claro que puede ser muy agotador.
Entonces ¿qué haces tú? Te desconectas, dejas de escuchar, te pones a pensar en tus temas y respondes “Aha, sí, claro” “Qué interesante” A cualquier cosa que dice.
Es así como a veces terminas respondiendo cualquier cosa, o dándole permiso para hacer justo eso que no querías que hiciera, pero ya es muy tarde porque “no estabas prestándole atención”. ¿Te ha pasado? A mí varias veces!
Bueno, resulta que es esa falta de atención a sus palabras importantes, a sus dudas existenciales, la que le da a tu hija/o el mensaje de “no me interesa, no tengo tiempo, no estamos sincronizados”. Y eso aumenta la desconexión entre ustedes. Y la reacción de tu hijo puede ser una de dos:
- Se resigna. Acepta que no le vas a prestar atención, entonces deja de hablarte y contarte cosas
- Se pone ansioso por recuperar esa conexión y empieza a hablarte mucho, preguntarte muchas cosas, o directamente termina en una pataleta porque se siente lejos de ti, y su organismo no lo tolera
Si esta es la forma en que se comunican siempre, si pasa todo el tiempo y todos los días, seguro que la comunicación entre ustedes se va a ver deteriorada. Si se sostiene en los años, ocurrirá que en la adolescencia, que es cuando los hijos por naturaleza se desconectan de los padres, no te va a contar NADA de nada.
Pues bien, si quieres que tu hijo te escuche y te responda, contándote lo que tú realmente quieres saber, primero tienes que escucharlo tú lo que él realmente quiere contar, y responder tú sus preguntas todas las veces que puedas. Y no hacerlo en automático, sino que con consciencia y atención.
Y si te estás preguntando: “¿Pero de dónde saco el tiempo y la energía para hacer eso?
Bueno, no es necesario que lo hagas siempre, siempre, siempre y que tengas una respuesta a cada pregunta. Lo que pesa es lo que haces la mayor parte del tiempo. Y también tu autocuidado es importante.
Cuando estés cansada, o pensando en otras cosas, puedes decir: “Hija, en este minuto no puedo concentrarme en tu historia/preguntas, cuando termine con esto que estoy haciendo me cuentas”.
Y luego, cuando terminas de descansar, pensar, trabajar, vuelves al tema. Te tomas unos minutos para poner tu atención plena y tu energía en esa conversación. “Qué querías contarme?” Y escuchas con atención, interactuando y haciendo preguntas que muestren verdadero interés.
¿Siempre hay que seguir este modelo? Bueno, cada vez que puedas. Claro que muchas veces sólo responderás con “Uhhms” y “Ahás”, porque en ciertas épocas los niños en verdad nos abruman con su necesidad de comunicación. Pero sí estarás consciente de que responder en automático no sea la norma.
Tercer Paso: Promueve momentos e instancias de comunicación real
En mi experiencia este punto ¡es muy importante! Y a veces lo descuidamos. Creemos que el mejor momento para conversar con nuestros hijos es cuando nosotras queremos, o cuando nosotras estamos listas y cómodas.
Y resulta que no. Cada ser humano tiene sus ritmos de introspección y de comunicación. Algunas personas prefieren hablar mirando a los ojos, otros abrazados, otros mientras caminan, o cuando están comiendo, a otros les sale más fácil por texto o mirando un paisaje en la naturaleza.
En el caso de mis hijos, por ejemplo, cuando salen del colegio están generalmente cansados y van silenciosos en el camino a casa. He aprendido a no hacer muchas preguntas a esta hora.
Observa cuáles son las circunstancias y momentos en los que tu hij@ te cuenta cosas, porque eso tiene mucho que ver con su personalidad y te permitirá repetir estas instancias de comunicación en el futuro. ¿Les gusta hablar en cuanto salen del colegio? ¿O necesitan descansar su mente en esos momentos, y están más dispuestos a conversar cuando están comiendo o coloreando libros?
En muchos casos, el mejor momento para que un niñ@ converse contigo abiertamente y de cosas importantes, es antes de dormir. Y esto puede ser difícil porque es la hora en la que tú estás cansada y sólo quieres tiempo para ti o tu pareja. Pero no te tomará mucho tiempo tener una conversación valiosa. Puedes leer aquí sobre las preguntas que yo les hago a mis hijos antes de dormir para tener una buena comunicación.
Cuarto Paso: Refuerza la conducta
Cuando tu hij@ efectivamente te cuente algo, aunque no sea revelador, refuérzalo positivamente. Sobre todo si es un niñ@ que no cuenta con facilidad.
El refuerzo positivo (que no es lo mismo que un premio) significa decirle a tu hijo de una forma amorosa que eso que hizo te gustó. Significa generar en tu hij@ una emoción positiva cuando hace algo que tú quieres que repita o que adopte como costumbre.
Los niñ@s necesitan la aprobación y validación de sus padres, ya que eso les genera una buena dosis de gratificación neuronal en su cerebro. A todos los seres humanos nos gusta sentir que le estamos generando bienestar a otra persona, pero en el caso de los niños esto es mucho más potente cuando se trata de los cuidadores.
¿Cómo generar ese refuerzo positivo?
Usa frases como:
“Me encanta cuando tenemos estas conversaciones”
“Me gusta mucho escuchar sobre tu día”
“Aprendo mucho de ti cuando me cuentas lo que haces en el colegio con tus amigos”
“Las cosas que dice tu profesora son muy curiosas, gracias por compartirlo conmigo”
“Gracias por hablar conmigo, se siente muy bien esta comunicación”
“Tus historias son muy divertidas e interesantes”
Evita frases como “Eres un buen niño por contarme” o “Si no me cuentas me siento triste”
Si practicas estos cuatro pasos de forma diaria y consistente, el vínculo con tus hij@s se va a profundizar y empezarás a sentir esa satisfacción y tranquilidad que genera tener una comunicación de calidad con ellos.
Recuerda: Ningún ser humano quiere estar solo y desconectado de los demás. A tus hijos les hace muy bien comunicarse contigo. Sólo que no será en las formas, lugares y momentos que tú elijas, sino que cuando ellos sientan ese impulso y esa confianza contigo.
Y ten mucha paciencia, que nadie ha construido una buena comunicación con otro ser humano de la noche a la mañana. Date tiempo y dale tiempo.
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